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CUENTO DE NAVIDAD

CUENTO DE NAVIDAD

(premio concurso Cuentos de Navidad)
Autora: Ainara Pérez González 1º ESO-D

Era una noche brillante. El cielo resplandecía lleno de estrellas anunciando el gran día que se acercaba. Pronto toda la ciudad iba a ser decorada para la gran esperada Navidad.
Laura estaba asomada a su ventana viendo toda la gente correr ajetreada buscando los preparativos para esta fiesta. A Laura le encantaba porque en su colegio iban a hacer un árbol, con un Belén, y todo el mundo tenía que llevar cintas y bolitas para decorarlo.
Al día siguiente Laura iba a hacer su propio árbol en su casa; ella puso el Belén y sus padres el árbol.
Por la noche Laura oyó un extraño ruido y se levantó para ver qué ocurría. Eran las figuras del Belén, ¡habían cobrado vida!
Laura se frotó los ojos, creía que estaba soñando, pero no, era realidad.
Las figuras se asustaron al ver a la niña, claro que ella era bastante más grande, y además, llevaba un pijama que le había regalado su abuela y era mucho más grande que ella , las mangas le tapaban las manos y el pantalón se le caía cada dos por tres.
Las figuras seguían asustadas hasta que Laura dijo:
-Venga, seguid hablando que quiero oíros.
Entonces por fin se movió un pequeño pastorcillo, se acercó a ella y le contó:
-Verás, niña, hace mucho, mucho tiempo, en el interior de una montaña vivíamos todos nosotros pero no como figuras sino como personas normales, pero un año los Reyes se olvidaron de traernos sus regalos como todas las Navidades y los niños empezaron a no creer en ellos cada vez que uno de ellos decía:
-Pues yo no creo en los Reyes porque como no han venido ¿se habrán olvidado de nosotros porque somos malos?
Cada vez que esto pasaba, una persona del pueblo se convertía en figura. Al principio no nos dimos cuenta pero al final, nos terminamos convirtiendo en figuritas de Belén.
La niña preguntó:
-¿Y yo os puedo ayudar? Es que me da mucha pena que seáis figuritas.
Esta vez el que habló fue un señor que se encontraba en el portal de Belén junto a la Virgen María, Laura creía que ese señor se llamaba San José porque su madre se lo había dicho muchas veces, pero ella, no le había prestado mucha atención...
-Lo siento pequeña, -dijo el señor que se encontraba junto a María y que efectivamente era San José –Pero no creo que puedas hacer nada para solucionarlo.
Laura se despidió de todos, entró en su habitación, cogió la carta que tenía escrita para los Reyes Magos y borró todo lo que tenía puesto. Renunció a la muñeca que pedía, al osito de peluche y a la súper cocinita con un horno que funciona de verdad, después de haber borrado todo lo que tenía en la carta escribió: Quiero que todas las figuritas de mi Belén vuelvan a ser como antes.
Pasaron los días y las semanas, y por fin llegó la esperadísima noche de
Reyes.
A la mañana siguiente, Laura se levantó tempranísimo y fue a ver que había debajo del árbol. Lo que encontró, fue sorprendente, cientos de pastorcillos y pastorcillas junto con San José, la Virgen María, el niño Jesús , y como no la mula y el buey, se encontraban en su salón, todos les dieron las gracias y se fueron marchando como habían venido por arte de magia.
Cual fue la sorpresa de Laura, cuando se hubieron marchado todos al ver a los tres Reyes Magos acercarse a ella y decirle:
-Querida niña, has arriesgado lo que más deseabas por devolverle la felicidad a estas personas y te vamos a recompensar.
Y empezaron a sacar todos los regalos que Laura había pedido, y después de despedirse se marcharon como habían venido, por arte de magia.
A la mañana siguiente cuando los padres de Laura se levantaron nada sospechaban de la Navidad de cuento que había vivido su hija.
Y así es, como termina esta historia con un final muy, pero que muy feliz.

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