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CAPÍTULO 5: AGAIST THE WOLD

Caminaba en los callejones de mala muerte de Tokio, pensando constantemente en ese estupido ángel. ¿Qué se había creído? Solo tenía dos opciones respecto a ella, la primera era que ella era una de los seres más valientes del mundo para venir hacia a mi, o era tan idiota que no sabía el peligro que corría. Los Ángeles no tenían remedio, decían que Dios era piadoso y compresivo, pero vamos a ser realistas, los pobres se auto convencen para intentar salvar sus almas y sentirse un poco mejor con ellos mismos. Lo mejor seria intentar olvidarla, y tenía muchas ganas de beber algo, quizás un té rojo me ayudara a pensar. Me dirigí al bar Neon sin poder quitarme de mi cabeza su estupida sonrisa. El letrero del bar estaba sujeto con un grueso alambre que daba electricidad a solo una letra, la “e” de Neon. Al llegar al bar quitándome la capucha de la cabeza, me fui directamente a mi esquina particular, era un sitio cómodo y oculto por la sombra, practico para que las personas no me miraran por ser menor de edad. La camarera fue hacia mí.
-Lo de siempre, ¿no?
-Si.-respondí secamente mirando a otro lado.
Cuando se dio la vuelta mire a los demás humanos que estaban en el bar, todos rodeados por un aura negro. Seguramente todos estaban allí por que no tenían otra cosa mejor que hacer o simplemente para aliviar su dolor, bebiendo alcohol hasta quedarse borrachos y olvidarse de sus problemas. ¿¡Pero en qué coño estoy pensando?! me dije a mi misma. Estar recordando tanto a ese ángel me estaba volviendo loca. ¡¿He mostrado un sentimiento positivo?! Me estoy volviendo una sensiblera, eso es imperdonable… Tenía que deshacerme de ella lo más rápido posible y lo haría con la misma arma que me entregaría.
Sonreí para mi misma. Era demasiado idiota y encima decía que era la sucesora del ser más poderoso de todo Celestia. ¡Esa sería yo! Pero si lo pensaba mejor, era más práctico sonsacarle todo la información de su memoria fotográfica y después matarla. Sencillo y con poca sangre, si, eso seria lo mas fácil y simple.
-Aquí tienes tu té.-dijo la camarera poniendo el te sobre la mesa, que aún seguía decorada con la flor tan marchita que en la primera vez que vine, estaba tan roja y llena de vida.
Cogí el té con una mano y con la otra, saqué el dinero de mi bolsillo, dejándolo en la mesa con un ligero golpe.
-Gracias pero aquí hay más de lo que cuesta…
-Quédate con el cambio-dije sin importarme lo más mínimo.
-Pero…
No pudo decir nada más, ya que desaparecí entre las sombras como si de un fantasma se tratara, sin que nadie notara mi ausencia, como si nunca hubiera estado ahí.

Mientras caminaba saboreando el té rojo, notaba las auras de las personas alrededor mío. Era una sensación que nublaba la mente, pero llevaba tanto tiempo entre los humanos que me había acostumbrado a ellos y a sus auras.
Pero sentí algo extraño, como si mi sexto sentido me avisara del peligro.
Mire por la izquierda alterada, rápidamente, y al girar mi cabeza a la derecha lo vi. Era un hombre de unos cincuenta años vestido con harapos sucios y sandragosos, de mirada nerviosa que no paraba de mover las manos, como si sintiera frío y estuviera temblando. Pero lo fundamental es que carecía de aura, sin duda, debía ser un zombie. Los zombies no tienen aura, ya que después de morir los humanos pierden su alma, la mayoría por miedo a morir. Me dirigí hacia el con paso tranquilo bebiendo el ultimo trago de mi té con perseverancia. El zombie percato mi presencia, y vi como sus ojos se dilataban del miedo y sudaba a gota gorda.
-No, por favor.-dijo y huyo despavorido.
Lo seguí con mucha tranquilidad porque a mí nunca se me escapaba una presa.
El zombie huyo por los callejones, para intentar que lo pediera de vista, pero en uno de ellos, lo acorralé.
-¡Por favor, quiero vivir!-grito.
-¿Matando a personas para comértelos?-dije arqueando la ceja.
-Lo hago para poder seguir existiendo.
Cogí mi pistola sin prisas de debajo de la chaquea, por la parte de mi espalda, y apuntándole dije:
-Me estoy cansando, zombi asqueroso. Enséñame tu forma verdadera, que tengo que irme a ser cosas mejores que pasar el rato con una escoria como tú.
-¿¡Como te atreves!?
Observé como su cuerpo metamorfeandose en un monstruoso ser, parecido a un cadáver en descomposición. Los músculos y los huesos emitían crujidos al atravesar y aparecer en ese cuerpo débil y gastado.
-Pagaras por lo que has dicho…
-Vamos, que me duermo.
El zombie me intentó atacar, pero cayó muerto (esta vez de verdad) con el cráneo agujereado por mi bala, que dibujaba un bonito charco de sangre que envolvía su cuerpo. Era bastante rápida, demasiado para él.
Por lo único por lo que le había matado era para incrementar mi poder, que no seria un mucho, un 2%. Me limpie la sangre que había salpicado mi cara y mi chaqueta.
-¡Mierda! Odio que los zombies salpiquen tanto.-dije con asco.
No podía dejar que me vieran tan salpicada de sangre, así que no tuve otro remedio que irme volando. Sentí como unas extremidades aladas salían de mi espalda y desgraciadamente, rompían mi chaqueta de cuero, emitiendo un sonido desgarrador. Y alzando mis oscuras alas, me vi volando sobre la iluminada ciudad del Tokio, deseando ser mañana para encontrarme con el ángel y si era posible, matarla.

Continuara…

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