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EL DÍA DE LA PAZ

Tobías era un chico de doce años muy difícil, desde que, dos años atrás, su padre muriera en Irak, cuando decidió ir como militar voluntario. Tras ese día Tobías cambió completamente, se portaba mal, no obedecía y se quedó sin amigos. Su madre ya no podía controlarlo, de modo que lo mandó a un internado. Allí Tobías compartía habitación con Nick un chico de trece años. Tobías le trataba muy mal pero él, por el contrario, intentaba hacerse su amigo ya que lo veía muy solo y triste. Una noche Nick encontró a Tobías más tranquilo que de costumbre y supuso que éste tenía algún problema.

-¿Qué te pasa Tobi?
-¡Te he dicho mil veces que no soy Tobi!
-Perdón, Tobi…as. –dijo Nick
-No me pasa nada, ¿te queda claro?
-Sí. Pero, ¿estás llorando?
-No, no estoy llorando. En tal caso, ¿qué te importa? –preguntó intrigado Tobías.
-Nada, solo que yo también me pongo triste cuando pienso en mi hermano, de modo que supongo que tienes un problema.
-¿Qué le pasó a tu hermano?
-Bueno, resulta que le atracaron y lo mataron.
-Lo siento mucho, -dijo sinceramente Tobías- mi padre también murió. Fue voluntario en Irak.
-Y por eso estás tan triste, ¿verdad? Claro, encima mañana es el día de La Paz…
-Sí. Es que no entiendo como puede existir ese día cuando no hay paz. Es una estupidez…
-Te entiendo. Cuando mi hermano murió yo también me cabreé con el mundo entero, pero la vida sigue y yo creo que si se celebra este día es para que todos nos concienciemos de que no debe haber violencia.
-Como si eso fuera a suceder…-dijo poco convencido Tobías.

Al día siguiente se celebró en el internado el día de La Paz. Hubo juegos, música, palomas,... También recibieron la visita de un militar que iba a contarles sus vivencias en la guerra y lo que creía que significaba ese día.

-¡Hola chicos! –saludó el militar- Bueno, me presento, soy Antonio. Como sabéis, yo he estado en la guerra y supongo que os preguntaréis, ¿cómo alguien que ha visto el odio de dos países enfrentados, tanta sangre derramada y tanta miseria puede creer en algo tan inverosímil como la paz? La respuesta es muy simple, yo fui a luchar por el fin de la guerra y si no creyera que puede acabar no tendría sentido que arriesgara mi vida por conseguir la paz.

Tobías que no pudo callar más, dijo:

-¿Vale la pena dejar a tu familia por ir a salvar a unos desconocidos que no saben ni tu nombre?
-Buena pregunta. Yo pienso que vale la pena, porque obtienes la satisfacción de saber que salvaste la vida de alguien.
-¿Y si mueres? Tu familia quedaría destrozada –insistió Tobías-.
-Ellos saben que los quiero y probablemente estarían orgullosos de mí. Como yo lo estoy de mi hermano.
-Pues yo no lo estoy de mi padre y él también murió en la guerra.
-¿No? ¿Cómo no puedes estar orgulloso cuando tu padre es un héroe? ¿Cuántas personas crees que darían la vida por, como tú dices, unos desconocidos? Yo creo que no hay mucha gente como tu padre, seguro que era una persona estupenda.
-Mi padre era genial, era… un héroe. Tienes razón, eso es lo que es, él murió por otros a los que no conocía porque era una persona muy buena. Gracias, me hiciste darme cuenta de que estaba equivocado.
-No te preocupes –dijo con ternura Antonio- lo importante es que abriste los ojos.

Ese día Tobi, como acabó llamándolo Nick, descubrió lo equivocado que estaba y que el día de La Paz existía para que, como quería su padre y muchos otros soldados, la tolerancia y el respeto fueran una realidad, la que su héroe intentó conseguir.

1 comentarios:

......Poned el corto q icieron los xicos con el Ampa !!!!

1 de julio de 2009, 21:25  

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